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lunes, 26 de abril de 2010

Culturas, STEVE McCURRY

"Cada mirada, una historia".


Sentada en la computadora del trabajo, me doy cuenta que ya son las doce. Agarré mis cosas y disparé rápidamente a la parada del 55 rumbo a la facultad; allí me encontraría con las chicas y nos encaminaríamos al Borges, a la exposición de fotos de Steve McCurry. Después de veinte minutos de espera ya era hora de que el colectivo doblara y se asomara por Thames. Así fue, como si hubiera escuchado mis plegarias de que apareciese (me estaba helando, hacía mucho frio). Pasaron otros veinte más y ya me encontraba en la puerta principal de la facultad con una de ellas. Teníamos que esperar que se hiciera la una para terminar de juntarnos todas. Mientras le comentaba cómo me había pasado de parada y tuve que bordear todo el Parque para llegar a destino, llegaron .Caminamos hasta el subte, nos bajamos en Florida y fuimos por la misma unas tres cuadras esquivando gente muy acelerada... demasiado para mi gusto, parecía una maratón. Llegamos e ingresamos por la esquina de Viamonte y San martin. Obtuvimos nuestras entradas para el ingreso. Subimos y buscamos el pabellón III, sala 21. El ambiente cambia por completo, dejan de escucharse esas voces de esa gente acelerada, y el silencio comienza a adueñarse del lugar, la sala estaba vacía. Éramos nosotras cuatro, más tarde entraría una pareja. Y ahí se encuentran...allí están decorando aquellas blancas paredes interminables todas esas fotografías. Todos esos rostros que no dejan de mirarme, que no dejan de pedirme ayuda. La primera imagen que me impacto y me detuve más de cinco minutos, fue la de Ali Aqa, un niño de 15 años de familia pobre: él planea ser abogado. Hay esperanza en su mirada. En ese momento en mi cabeza se instala un sentimiento enorme de admiración y emoción, y pienso: ¡Si!, seguramente lo logre o por lo menos haga todo lo posible por su sueño. Sigo caminando y no dejo de sentirme observada por todas esas caras que no solo me piden ayuda, sino que también me invitan a que conozca su historia. Cada imagen, una historia. Me invade la indignación, dos niñas de Indonesia cubiertas bajo una canasta de arroz para escapar de la lluvia. Cuánta gente hay en esas condiciones en todo el mundo; miramos un poco más allá de nuestro mundo, de nuestra burbuja en la que a veces nos sumergimos y vemos esto por todas partes. La indignación aumenta cuando veo a esa madre, durante la inundación, el Monzón, con su niño pidiendo limosna a través de la ventana de un taxi.
-¡No puede ser! Todos los días veo esto.
Vuelvo a la entrada donde se encontraba uno de los hombres de seguridad y le pregunto si se puede sacar fotos, a lo que me responde:
-Si no te ve ningún otro policía podes.
Agradecida me dirijo nuevamente al sector en donde me encontraba, pero algo me detuvo. Esos ojos verdes. Aquella mirada fija y conmovedora. El retrato de una joven afgana, huérfana en un pueblo bombardeado por los soviéticos, Sharbat Gula. Mientras leía que el encuentro con Steve McCurry había durado un cuarto de hora en el cual él la fotografió, sentía que esos ojos no dejaban de mirarme. Steve no le pide su nombre, apunta sólo a la edad: doce años. Aprendió a mirar y esperar. Si sabes esperar, como él mismo dijo, la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz. La imagen publicada en 1985 en "National Geographic" vive su propia historia. McCurry intentará encontrar a la niña, tras una búsqueda de dieciocho años, en la cual por medio de una prueba de " reconocimiento de las características faciales" la encuentra, era la misma que había fotografiado en 1984. Este hombre nacido en Filadelfia, considerado uno de los mejores fotógrafos del mundo, había logrado su cometido: encontrar a la niña.
Emocionada por la historia, intento sacar una foto de aquel momento, de ese retrato inolvidable y el flash y el sonido de la cámara retumbaron en la sala. Por supuesto, tuve que dejar de sacar fotos por un largo rato...tenía que disimular.
Sigo recorriendo esas historias, y veo rostros por todos lados, veo tristeza en aquel hombre de Vietnam esperando el resultado de HIV de su familiar.
Corro la mirada y leo aquella frase tan cierta para algunos y tan desechable para otros: " Tal como una vela no puede sobrevivir sin fuego, los hombres no pueden vivir sin una vida espiritual”. No digo que haya que vivir rezando, pero si digo que todos necesitamos creer en algo o en alguien. Y todas esas miradas transmiten eso: necesidad de creer, están desesperanzados pero quieren crecer, quieren confiar.
Terminé por desarmarme, casi a punto del llanto y quizás no era para tanto, pero me di cuenta que no somos conscientes del mundo en el que vivimos cuando vi esa fotografía: un niño llorando apuntándose con un arma. Ni calculé el tiempo que estuve detenida en aquellos ojos, en ese llanto, en esa situación. Fue bastante .De un lado y de otro más imágenes de pequeños jugando con armas, algunos eran parte del ejército.
Estuve mas de media hora sin emitir una sola palabra.
Me pregunto, ¿ en qué mundo vivimos?.¿Aquél niño podrá cumplir su sueño de convertirse en abogado?¿Ciudades bombardeadas constantemente?¿Pueblos destruidos? ¿Esa familia pidiendo limosna? ¿Esos nenes de cinco ó seis años trabajando?.Aquellos chicos que tendrían que estar jugando a la pelota o estudiando para la escuela,¿ portando armas?,¿jugando con ellas?. No es solo la India, Honduras o Afganistán.... es en todas partes. Y realmente, caer en esa realidad es bastante duro.
Terminando la vuelta a esa sala de vidas plasmadas en rostros, en fotografías, de historias contadas con la mirada nos retiramos y volvemos a la "rutina". Aquella que no siempre nos permite ver que hay algo más allá de nosotros y que quizás en otras situaciones nos marca todo el tiempo esa cruda realidad.
Me encontraba esperando el 140 para ir de regreso al trabajo. El semáforo en rojo, los autos, motos, bicicletas y taxis se detienen. Y aquel niño de ropas usadas pasaba por cada auto a pedir monedas, nadie le dio nada. El semáforo se pone en verde, sube a la calle y me pide a mí. Vi en esa cara la misma mirada de desesperanza que en esas imágenes de esos niños. Se las doy y le pregunto:
-¿Qué te vas a comprar?
-Galletitas, tengo hambre...
Me subo al colectivo pensando y reviviendo cada cuadro, cada historia y cada gesto....Son el fiel reflejo de aquel niño del semáforo, de todas esas personas que piden a gritos ayuda y que no la encuentran por ningún lado.



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martes, 20 de abril de 2010

El Túnel, Ernesto Sábato
Fragmento del Capítulo XXI.

"Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad.
Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridades: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos, mi soiledad no me asusta: es casi olímpica.
Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él: en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios mounstruos que me rodean..."

martes, 13 de abril de 2010

Mi " yo" lector

No hace mucho que me empecé a interesar tanto por la lectura, a encontrarle más de un sentido a cada frase, capítulo o escena visual en la que hoy día llego a transportarme.
En la primaria, libros como “ El principito”; “ Mi planta de naranja lima” y “ El fantasma de Canterville” fueron textos que quedaron grabados en mi. A medida que los volví a releer pude comprender mas de un significado en aquellas oraciones y frases famosas de ese gran autor que es, Antoine de Saint Exupéry (“El principito”). Como se puede observar fue y es un libro que me gusta mucho.

Pasaron los años y fui introduciéndome en lecturas nuevas, y mas complejas. Mas alla de que muchas fueron “impuestas” por el colegio, bastantes las releí ya que me impactaron mucho. Una de ellas a la cual le pongo el broche de oro porque realmente me gusto la trama: “El tunel”, Ernesto Sabato. Es un texto que me condujo en todo momento a donde el autor queria “llevarme” y eso es lo que rescato de cada obra que leo. Me fascina estar sumergida en la historia que se cuenta, lógicamente creo que es la intención básica y principal de cada escritor: poder lograr eso.
Por otro lado, aunque quizas parezca poco común, El Martin Fierro fue un libro del que recupero muchísimos fragmentos, uno de ellos, tan conocido es:” Los hermanos sean unidos,porque esa es la ley primera;Tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea,porque si entre ellos pelean…los devoran los de ajuera”. Seguramente en el colegio no podía darle el valor exacto a cada palabra y consejo que se intenta dar. Pero a medida que uno puede ver y leer con cierta” distancia” cada historia, el sentido crece muchisimo.
A mi entender la relectura de determinados textos hacen que la significación de los mismos recobre un valor increible.
Hoy, intento encontrar Mi espacio con la lectura: un tema nada sencillo ya que uno va por la vida corriendo todos los días.

lunes, 12 de abril de 2010

¿Qué sienten dos viejos amigos al reencontrarse?

Una tarde de Abril, decidió hacer las valijas y dirigirse, por un tiempo hasta que el dolor de su alma sane a ese lugar que le traía tantos recuerdos de su infancia, al Chaco. Allá alejado de La Capital, en la casa que era de sus abuelos podría superar más fácilmente aquel engaño, esa puñalada en el pecho que cada día parecía hundirse más.
Marcos fue a despedirlo y exclamó con lágrimas entre los ojos:
-¡Hasta la vuelta amigo! Antonio lo miró tristemente, él sabia que era difícil su regreso a Buenos Aires, quería encontrar un nuevo camino, sobretodo después de haber vivido casi cuatro años en un mundo rodeado de mentiras, de ilusiones, un mundo dónde tu mejor amigo resulta ser el amante de tu esposa. Si…Marcos, íntimo amigo de Antonio.

Luján, aquella embustera mujer lo había seducido y enamorado en el segundo año de matrimonio, donde ellos todavía no habían llegado a entablar algún tipo de amistad.
Marcos futuro abogado, llamado “doc” por el común de sus conocidos, era un hombre codiciado por las mujeres y aunque creía en el amor jamás se había enamorado: Nunca, hasta que la conoció.
Esa señora infiel lo había deslumbrado. Se conocieron en los pasillos de una biblioteca pública y desde ese día por el período de un año se veían tres o cuatro veces al mes, no más. Él no sabía que era una mujer casada, hasta que ella no pudo ocultarlo más. Fue ahí cuando dejó de verla, ya que el “doc” estaba sentimentalmente involucrado y prefería hacerse a un lado y no provocar daños a terceros ni a él mismo.
Con el correr de los días, Marcos no podía evitar recordar aquella mirada pérfida y a su vez tierna que lo había enredado y seducido hasta el punto de no querer entablar otra relación, de no poder buscar a alguien que lo haga resplandecer, que lo haga despertarse cada mañana sonriente y feliz.
Se reunía con amigos con el fin de distraerse, uno de ellos era socio de un Club del barrio de Tenis y en una de esas charlas, palabras van palabras vienen y terminó por convencer al “doc” de inscribirse en el mismo Club, donde también asistía Antonio. Allí fue donde lo conoció. Jugaban dos veces a la semana, un partido de dobles con Marcos y dos amigos más.
Al cabo de unos largos meses, mas exactamente un año y medio, ya eran totalmente confidentes. Surgió la idea de comenzar a programar visitas y reuniones en las casas de cada uno; realizaban cada tanto fiestas temáticas, algunas veces iban solos y en una ocasión, los que la tenían, concurrieron con sus respectivas esposas. De esta manera fue como sucedió la tan inolvidable noche del 5 de Marzo: cada uno iría con su pareja. El abogado la volvería a ver.
La cena estaba servida, el encuentro se realizaba en la casa de Leandro, profesor del Club de tenis. Llegó Marcos, fue uno de los primeros, que por cierto era un muy buen barman y se dedicó a preparar tragos de todo tipo. Alrededor de las 11 de la noche, llega Antonio con su esposa. Marcos no imaginaba el infierno interno que le acaecería la aparición por la puerta de aquella mujer abrazada a su gran amigo.
Entraron y comenzaron a saludar a cada una de las personas que se encontraban cerca de hall principal. En un abrir y cerrar de ojos, mira suspicazmente a Lujan y enseguida dirige su mirada hacia Antonio: No lo podía creer. Sentimientos encontrados por doquier, ira, alegría de volver a verla, sensación de vacio, todo…todo era poco a comparación de lo que estaba viviendo.
Las dos copas de un daiquiri exquisito que tenia en la mano, se le resbalaron y cayeron de lleno al suelo. Estaba muy nervioso.
-¡Marcos, ¿Qué te pasa?!- exclamó Leandro atinando a sostenerlo porque parecía desmayarse.
-Nada- contestó dirigiéndose al baño.
Se miraba al espejo y no caía en si, no podía contemplar como esa farsante mujer resultó ser la mujer de un amigo. Se zambulló la cara en el agua, lloró un poco y tomó fuerzas.
Tuvo tres minutos de lucidez en los que recapituló todo ese año perdido, ese año de engaños, ilusiones, de noches de amor sin amor. No podía soportar que el marido de aquella mujer infiel que de forma extraña era uno de sus mejores amigos haya sido tan descaradamente burlado.
Así fue como se retiró del baño y sin ningún temor la desafió frente a todos.
Muchas veces uno pasa del amor al odio en a penas segundos y esa fue la gota que detonó la rabia, el amor transformado en odio: no hay peor sentimiento que aquel.
Se puso en medio de la aparente pareja feliz y libremente comentó para todos:
- Esta mujer que se encuentra a mi derecha, me conoce…hace mas de dos años, por eso su cara de asombro y sus ganas de que la tierra la haga desaparecer. Pase muy lindos momentos con esta mujer hasta que descubrí que era casada y hoy, justamente hoy… ya no la lloro más. Me di cuenta, por desgracia, que es la esposa de este gran hombre que tengo aquí a mi lado: una buena persona, con un noble corazón. Quizás no puedas entender esto amigo mío-le expresaba a Antonio mirándolo con angustia-, y me culpes por lo que pasó. Nunca le haría mal a esta linda y sincera amistad que de a poco construimos, y menos por alguien como ella. No te conformes y no te dejes engañar más.
Leandro los hace a un lado a los tres.
-¡No entiendo nada!... ¡No entiendo nada! pero sabía… yo sabía que no era buena mujer, sabía que me mentía, desafortunadamente si busqué dolor lo encontré en esta mujer-exclama Antonio agarrándose la cabeza y llorando-.
Luján estaba pálida a punto de desvanecerse. Un par de mujeres la socorrieron.
A partir de ese momento no los volvió a ver nunca más.
El doc y su amigo, sufrieron por un largo tiempo, uno tomo un rumbo, otro decidió irse de la provincia.
Después de dos años, volvieron a reencontrarse en una Navidad. Antonio había regresado porque descubrió lo lindo de la vida a pesar de las caídas. En ese reencuentro pudieron aprovechar lo reconfortable de tener un hombro con el cual contar ciegamente. Aunque la odiasen, cada uno sabía que ambos continuaban enamorados de esa mirada irradiante, de esa mujer irritablemente mentirosa, Luján.

Presentación

El 2008 fue un año de muchos cambios personales para mi, dentro de los cuales se encontraba el tener que elegir una carrera…Si, TODO un tema. En el medio de esa elección uno escucha relatos, anécdotas y consejos de toda la gente conocida que estudia o estudió determinada carrera; por otro lado juega también lo que uno va investigando y cuestionando por cuenta propia.La elección si no es vocación, es un: “ésta me gusta, me convence por tales motivos… ¡vamos a probar!”. Y es dentro de ese proceso que acá estoy.
Se muy bien que tanto ustedes como yo, estamos en la instancia de “prueba”, de averiguar de qué se trata, si es lo que nos imaginábamos o no. Yo pongo todas mis cartas a esta partida, ya que cada materia que cursé y curso es un ambiente en el que me siento cómoda y realmente no hay dudas: ¡éste es mi lugar!
No hace mucho que descubrí que me gusta tanto leer, es más diría que fue en mi último año escolar que le tome el gusto a la lectura. Y no siempre lo puedo hacer, por los mismos impedimentos, excusas y obstáculos que todo el mundo tiene...la falta de tiempo, el trabajo, el estudio, las distracciones fuera de lo previsto que le sacan el lugar a esas cosas que nos gustan y que nos dan alegría. Casi nunca tenemos tiempo para lo que nos da placer, hay veces que el mundo corre más rápido que uno e irremediablemente hay que seguirlo, pero saber frenar y encontrar TU ESPACIO es algo fundamental.
Con el correr de los días y con las verdaderas ganas de sumergirme en cualquier tipo de texto, ya que varios géneros me gustan, voy dándole el lugar que amerita este ritual que tanto me relaja, la LECTURA.