Buenos Aires, 28 de septiembre 2010
Querido futuro posible hijo:
A mí también me abandonaron. Nunca conocí a mi mama. Bueno, ciertamente si la conocí pero ya ni me acuerdo. Me dejo a mí y a mis 2 hermanitos solos. Y mi papa, por supuesto desapareció a los días. La mayor y única mujer de la familia era yo, me tuve que hacer cargo. Creo que entre los tres sumábamos como mucho 11 años. De lo poco que puedo acordarme, no sé si porque era chica o porque preferí borrar y anular recuerdos, es que al principio me hice la fuerte, la madraza, con apenas 6 años y “dije”: ¿Ah, si? ¿Nos dejan solos? Miren que fácil que me las arreglo. Pedía por la calle, algo me daban aunque nos miraban mal o con miedo todo el tiempo.
Teníamos un tío, que se apiado y nos tuvo un tiempo con él, hasta que después se ve que no nos aguanto más y nos largo también. La odie mucho a mi mama, pensaba que si reaparecía no iba a permitir que nos vuelva a ver. Ella ya había tomado una decisión y era dejarnos solos, desprotegidos. Todos los días era una odisea y un acertijo pensar cómo íbamos a pasar la noche, qué íbamos a comer. Qué les iba a dar YO de comer, me sentía la mamá de ellos y los tenía que cuidar. Con dos y tres años, ¿Qué podían hacer? ¿Qué iban a hacer? Pobrecitos.
Después de un tiempo, año y medio casi dos, cada vez que miraba a mujeres con sus bebes en brazos, bien prolijitos y perfumados, o veía nenes correteando por las plazas no podía evitar ponerme a llorar y querer que mi mama vuelva. Si, la extrañaba mucho y la necesitaba. No podía más sola. Si bien ya estábamos en un hogar, quería despertarme y ver a una mamá, a una mujer que me cuide solo a mí y a mis hermanitos. Mas allá que la celadora y la rectora del hogar eran un amor. No me bastaba con eso. Quería a la mamá que muestran en las películas o series infantiles, que todos los días me cuente un cuento antes de dormir, que me cocine la torta que me gusta, que me rete cuando sea necesario, que me diga que hacer, que me abrace como nunca nadie me abrazo. Si mi mamá hubiera vuelto, la que no la dejaba ir esta vez era yo. Pase años padeciendo su falta, y cada uno de ellos extrañándola y necesitándola. Pero desde que nos dejó, nunca más supe de ella.
El día de mi cumpleaños número 12, o al menos era el día que nos llevaron al hogar, Margarita quien nos cuidaba en el hogar me dio el regalo más grande y hermoso. Un ángel hecho mujer nos iba a cuidar a mí y a mis hermanos. Hace tiempo que se estaba tramitando la guarda y la adopción, faltaba ultimar unas cosas. Ella no podía tener hijos pero nos tuvo, nos adoptó y nos amó durante mucho tiempo. Hoy ya no la tengo más, falleció hace unos meses.
A pesar que físicamente se fue, no me siento más sola. Tuve ese amor que tanto necesite y lo guardo para siempre. Antes me creía una heroína pensando que podía arreglármelas sin ayuda de nadie, y de grande me doy cuenta que con ese pensamiento lo único que estaba pidiendo era que me salven, que un ángel me abrace y no me suelte mas. Yo tuve ese ángel, y hoy quiero ser uno. ¿Te puedo abrazar?
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